En estos momentos difíciles, en los que desde nuestra Asociación queremos animarnos y apoyarnos mutuamente, tenemos que compartir con vosotros una triste noticia. Eso sí, desde la alegría del porqué hemos llegado a tal tristeza.
Este pasado mes de marzo, el Padre Emilio Cuesta Alonso, miembro de la Comunidad Agustina, que vivió y contribuyó activamente durante muchos años a la vida en nuestro Colegio Mayor, destacando su labor en la Secretaría, nos abandonó.
El Padre Emilio, tras una larga enfermedad, pasó a descansar en la Residencia de mayores de Salamanca, descubriendo por voluntad propia una nueva vivencia más allá de la Comunidad agustina del Elías Ahúja.
El Padre Emilio, muchos años atrás ya había superado un cáncer de laringe, que condicionó su forma de relacionarse verbalmente, pero que a los demás nos sirvió para conocer sus valores, y formarnos una gran imagen de él. Una persona entrañable, que transmitía paz, respeto, disciplina, cultura, orden, y en petit comité, a veces ternura con su sonrisa, y un punto de humor tan inteligente y culto como él.
Colegiales, decanos y subdirectores aprendimos de él, de sus valores, fuertes, y del orden de su magnífica secretaría, también de la importancia de ser comprometido, con calidad en las tareas desempeñadas. Todo ello con su despacho, y un archivo ordenado y cuidado al detalle, listo siempre para un uso efectivo ante cualquier menester. Una elegancia del Padre Emilio de camisa y corbata, que recorría docta en sus lecturas de periódicos por las zonas comunes del Mayor.
Terminamos estas palabras con alguna anécdota que nos evoque alguna sonrisa en su recuerdo. Como así le hicimos saber, tuvimos con el Padre Emilio la mejor Secretaría de toda la Ciudad Universitaria, un despacho acogedor, un lugar de trabajo ejemplar como decíamos con anterioridad. Aún recordamos algunos una de las formas de corresponder el sentido de humor del Padre Emilio, y eran bromas (para él, bromas muy pesadas), moviendo en su ausencia algún lapicero o algún papel de su mesa. Lo detectaba a la legua, y refunfuñaba con razón. Adorábamos la «reprimenda» acorde a tal perturbación.
Confiamos que aquellos que le conocisteis y tratastéis con él, podáis revivir momentos bonitos, y poder extender estas palabras, que os hacemos llegar con el agradecimiento y orgullo de tener, al Padre Emilio, entre las personas que nos han educado y formado a miembros de la Asociación.
Descanse En Paz, Padre Emilio, nuestros corazones y nuestras memorias seguirán con Usted.